La Cámara de Comercio e Industria de El Salvador (Camarasal) reconoció este jueves a Roberto Kriete Ávila como empresario filántropo.



La presea fue otorgada por su “legado de generosidad y amor”, que ha beneficiado a “incontables vidas”.

La presidente de Camarasal, Leticia Escobar, destacó el compromiso del sector empresarial como agente de desarrollo y aseguró que es la primera vez que la gremial otorga este reconocimiento en torno al mes del empresario.



Durante el evento, rodeado de amigos, familia, empresarios y beneficiarios del programa Oportunidades -uno de los proyectos principales de la Fundación Gloria Kriete (FGK)-, el empresario recibió el reconocimiento que destaca la labor realizada en dos décadas en la formación educativa y el apoyo social.

“Soy un instrumento de Dios y todo se lo debemos al señor, realmente sin su fuerza, sin su empuje, sin su voluntad, nada de esto puede ser posible. Con mucha humildad acepto este reconocimiento, y quiero recalcar que la humildad es algo que todos tenemos que trabajar y esforzarnos por mantener”.

Roberto Kriete
Empresario y filántropo



En su discurso, Kriete agradeció a la gremial por considerarlo la persona idónea para recibir la presea y destacó el papel que su familia, amigos y conocidos han tenido alrededor de la FGK.

El empresario destacó que, a través del programa Oportunidades y de la FGK, se ha logrado favorecer a más de 2,000 jóvenes con becas universitarias. “Nace de la idea de alguien más. La idea fue de Ricardo Sagrera con el programa ‘Supérate’”, acotó Kriete.

El último proyecto empujado por el filántropo es el Instituto Kriete de Ingeniería y Ciencias (KEY), puesto en marcha en 2025 y que ya cuenta con más de un centenar de jóvenes. Además, la institución ya habilitó la inscripción para el próximo año.

Kriete no solo es la cabeza que dirige la FGK y fundador del Instituto KEY, también es un empresario destacado en el rubro de la aviación, accionista de Avianca, Volaris y Aeroman.

Pasado familiar



Kriete aseguró que nada pasa por casualidad y narró cómo en un punto de su vida, luego del ataque a las torres gemelas -en septiembre de 2001- se desató una serie de preocupaciones relacionadas con el mundo de la aviación y uno de los momentos más difíciles.

Kriete dijo que luego de este hecho las compañías de seguros notificaron que cancelaron los programas antiterroristas y de guerras de las aeronaves, por lo que existía el peligro de dejar de operar.

“Me acuerdo agobiado, bajando por el paseo Escalón, yendo para Taca Caribe y había un señor en una silla de ruedas bronceado, sin piernas, con una gran charra y otro viejito que lo empujaba en un semáforo en la parte baja del paseo, yo abría la ventana y le daba $20. Y un día me cayó en cinco pal peso, yo pude haber sido ese señor”, narró Kriete.

Dos días antes de que cumpliera el plazo para dejar de operar, una empresa sacó al mercado un seguro contra guerra y terrorismo que costaba 15 veces de lo que pagaban antes.

El empresario dijo que ese momento lo hizo reflexionar que sus preocupaciones eran “nada” comparado con la vida que esta persona había tenido.

Kriete destacó que ese encuentro le impregnó valores y un sentimiento en el que, luego de más de 20 años, todavía piensa.

El filántropo destacó el papel que su familiajugó y de muchas otras personas que colaboraron para ayudar a que la FGK y otros programas salieran adelante.

Aseguró que, aunque la pandemia fue uno de los momentos más difíciles en el ámbito empresarial, el gobierno supo apoyar para enfrentar la situación.

A los nuevos empresarios, Kriete les recomendó seguir esforzándose y trabajando así como tener la capacidad de abrir la mente y los ojos para apreciar qué ocurre en el entorno.