El próximo gobierno de Bolivia, que será electo este domingo 17 de agosto, encontrará un país sumido en una crisis económica caracterizada por alta inflación, escasez de dólares, déficit fiscal crónico y bajo crecimiento, como resultado del agotamiento del modelo económico impulsado por el presidente Luis Arce.

El llamado “Modelo Económico Social Comunitario Productivo” fue instaurado por Arce durante su gestión como ministro de Economía en el gobierno de Evo Morales (2006-2019) y mantuvo un fuerte protagonismo estatal. En 2020, Arce prometió recuperar la economía boliviana tras la pandemia, luego de una caída del 8.74 % del PIB.

Bolivia logró una recuperación inicial con un crecimiento del 6.11 % en 2021. Sin embargo, en 2024 el crecimiento cayó al 0.73 %, retroceso que el actual Ejecutivo atribuye a protestas sociales lideradas por simpatizantes de Evo Morales, hoy enfrentado al gobierno.

Uno de los problemas más graves es la falta de divisas. Las reservas internacionales netas (RIN) se ubicaban en $3,148 millones en 2023, pero al primer semestre de 2025 cayeron a $2,807 millones, según el Banco Central de Bolivia (BCB), muy lejos del récord de $15,122 millones alcanzado en 2014.

La escasez de combustible se ha vuelto recurrente, con largas filas en gasolineras de todo el país. A esto se suma una inflación acumulada de 16.92 % entre enero y julio, muy por encima de la proyección oficial del 7.5 % para todo 2025.

El gerente del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Gary Rodríguez, afirmó a EFE que el próximo gobierno heredará una economía con “bajo crecimiento y alta inflación, lo que configura un escenario de estanflación”, fenómeno que complica la solución de ambas variables simultáneamente.

Rodríguez señaló que Bolivia también enfrenta alta informalidad, baja recaudación, una deuda interna y externa considerable y escasa inversión privada. Hasta el 30 de junio, la deuda externa ascendía a $13,805.6 millones, equivalente al 25 % del PIB.

El especialista advirtió sobre una crisis en la balanza de pagos, con un déficit comercial de $506 millones en el primer semestre de 2025 debido a la caída en exportaciones de gas natural. A esto se suma una crisis energética por la reducción en la producción interna de gas y falta de dólares para importar combustibles.

El presidente Luis Arce ha rechazado hacer ajustes al modelo económico y ha culpado a legisladores opositores y aliados de Evo Morales por bloquear créditos externos que, según el Gobierno, ayudarían a importar gasolina y diésel.

Rodríguez cree que esos préstamos podrían aliviar el acceso a divisas, pero no resolverían el problema de fondo. Propone “un aluvión de dólares” para estabilizar la moneda y reactivar la economía, además de corregir el déficit fiscal y liberar totalmente las exportaciones.

También considera clave el uso de biotecnología en el agro boliviano, que podría compensar la caída de los ingresos por exportación de gas natural.