Las elecciones generales en Honduras, previstas para el 30 de noviembre de 2025, avanzan en medio de acusaciones de fraude entre candidatos de los tres partidos mayoritarios y una creciente desconfianza hacia el Consejo Nacional Electoral (CNE). Sectores sociales y analistas advierten sobre un posible clima de violencia, cualquiera que sea el resultado de los comicios.
La contienda enfrenta al oficialista Partido Libertad y Refundación (Libre), coordinado por el expresidente Manuel Zelaya, esposo y asesor de la presidenta Xiomara Castro, con los opositores Partido Nacional y Partido Liberal.
Según encuestas, los candidatos con mayor intención de voto son Salvador Nasralla (Liberal), Nasry Asfura (Nacional) y Rixi Moncada (Libre), aunque esta última asegura liderar otros sondeos y se declara próxima presidenta.
El proceso ha enfrentado retrasos desde las primarias del 9 de marzo por desacuerdos entre los tres consejeros del CNE, particularmente sobre el sistema de Transmisión Electoral de Resultados Parciales (TREP). El 5 de agosto se logró un acuerdo que redujo la tensión política, tras semanas de parálisis por la ausencia del representante oficialista en las sesiones convocadas por la presidenta del organismo.
La consejera Ana Paola Hall, del Partido Liberal, llegó a presentar su renuncia ante el Parlamento por diferencias con sus colegas Cossete López (Nacional) y Marlon Ochoa (Libre), además de denunciar amenazas de muerte contra ella y su familia. Analistas como Manuel Torres señalan que el CNE es un ente “profundamente politizado”, en el que cada consejero responde a los intereses de su partido y no a los principios democráticos.
La presidenta Xiomara Castro aseguró que el país avanza “hacia un sistema que reduce la intervención humana” y garantizó que en noviembre habrá elecciones “libres, democráticas y transparentes”.
Sin embargo, organismos internacionales como la Organización de Estados Americanos (OEA) y el Instituto Nacional Demócrata (NDI) advierten que la polarización política y la crisis de gobernanza en el CNE amenazan la credibilidad del proceso electoral en Honduras.