A 35 años de la reunificación de Alemania, la nostalgia por la extinta República Democrática Alemana (RDA), conocida como Ostalgie, sigue latente en distintos sectores de la sociedad, particularmente en los estados del este del país, donde aún se preservan recuerdos, costumbres y una identidad propia que resiste al paso del tiempo.

En regiones que formaron parte del antiguo bloque oriental, proliferan los encuentros de fanáticos de los automóviles Trabant y restaurantes con menús típicos de la época socialista. El fenómeno ha trascendido incluso a la cultura pop con series como Kleo, estrenada en 2022 por Netflix, que rescata la estética "Ossie" de los años 80.

Sin embargo, este sentimiento también tiene una dimensión política. En tiempos marcados por la crisis económica, la guerra en Ucrania y el avance de la Inteligencia Artificial, el historiador Ilko-Sascha Kowalczuk advierte que la nostalgia por la RDA puede convertirse en una herramienta de manipulación.

“En un momento en que mucha gente se siente insegura, solo hay un lugar donde las personas se sienten realmente seguras: no es el presente, no es el futuro, sino el pasado”, afirmó Kowalczuk a EFE.

Kowalczuk alertó que partidos como la Alianza Sahra Wagenknecht, la Alternativa para Alemania (AfD) y La Izquierda utilizan esa visión idealizada para capitalizar el descontento.

“Millones de personas añoran una RDA que nunca existió”, señaló.

Durante las últimas elecciones generales, AfD fue el partido más votado en varias regiones del este alemán, donde también han ganado terreno las fuerzas populistas tanto de derecha como de izquierda.

El discurso político ha logrado conectar con sectores que no echan de menos la dictadura ni el partido único, pero sí valores como la estabilidad laboral, los servicios públicos gratuitos y el sentido de comunidad.

Nancy Häger, directora del museo ‘N’Ostalgie’ en Leipzig, explicó que los visitantes no desean volver al sistema socialista, sino que extrañan aspectos de la vida cotidiana. “Se conocían entre vecinos, compartían lo poco que había, eso generaba cohesión social”, dijo.

En Berlín, el museo de la RDA (DDR Museum) sigue recibiendo a miles de estudiantes que buscan comprender cómo era la vida bajo el régimen comunista. Su director, Gordon Freiherr von Godin, afirmó que si bien la división aún persiste en generaciones mayores, las nuevas generaciones han superado esa separación.

“Con el tiempo, la disparidad se ha reducido y hoy se vive mejor que en aquel pasado”, aseguró.

Godin reconoció, sin embargo, que persiste un debate social sobre la supuesta desventaja estructural que experimentaron los alemanes del este tras la caída del Muro de Berlín. La reunificación trajo consigo altos niveles de desempleo en los años 90, un golpe duro para quienes celebraron el fin de la dictadura.

Para Julia, una estudiante de 16 años del sur de Alemania, la visita al museo fue reveladora.

“La vida en la RDA tenía partes buenas, como los bajos alquileres y las guarderías gratuitas, pero no había libertad de expresión, y eso era lo más injusto”, comentó.

 

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