El litio boliviano vuelve a ser protagonista en las campañas electorales para los comicios generales de este domingo 17 de agosto, en medio de polémicos contratos por más de 2.000 millones de dólares con empresas de China y Rusia, una industria que aún no despega y que, según expertos, no garantiza beneficios reales para el país.
Al igual que en 2020, el salar de Uyuni y las promesas de industrialización del litio se han convertido en tema central de los discursos políticos, entre acusaciones de pactos con compañías extranjeras y propuestas consideradas superficiales por analistas.
El Gobierno de Luis Arce asegura que Bolivia cuenta con 23 millones de toneladas de reservas de litio, la mayoría en Uyuni (Potosí), donde en 2023 se inauguró una planta industrial estatal con capacidad para producir 15.000 toneladas anuales de carbonato de litio. Sin embargo, la producción actual apenas alcanza 3.000 toneladas, menos del 20 % de su capacidad.
El investigador José Carlos Solón, de la Fundación Solón, advierte que las condiciones geológicas y climáticas de Uyunidificultan la extracción, debido a la alta presencia de magnesio y problemas de diseño en las piscinas de evaporación.
Contratos con China y Rusia generan controversia
El presidente Arce ha apostado por la extracción directa de litio (EDL) para acelerar la industrialización, firmando contratos con la china CBC y la rusa Uranium One Group.
Estos acuerdos han generado rechazo en el Legislativo y entre comunidades indígenas de Potosí, que denuncian la falta de consulta previa.
Según Solón, los convenios implican que Bolivia asuma costos de inversión, intereses y operación, además de una distribución desigual de utilidades y ausencia de estudios de impacto ambiental.
Propuestas electorales sobre el litio
Samuel Doria Medina y Jorge Tuto Quiroga proponen auditar el estado real de los proyectos antes de atraer inversión extranjera.
Manfred Reyes Villa plantea la venta anticipada de la producción para obtener 10.000 millones de dólares.
Rodrigo Paz Pereira quiere reestructurar Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB). Andrónico Rodríguez busca alianzas con Argentina y Chile.
Solón critica que todos los candidatos mantienen una visión simplista, ignorando la complejidad tecnológica, de inversión y tiempo que requiere la industria del litio.
A nivel global, las proyecciones para 2030 sitúan el precio del litio entre 15.000 y 17.000 dólares por tonelada. Incluso sumando la capacidad de la planta estatal y lo comprometido por las empresas extranjeras, los ingresos estarían lejos de igualar los que generó el gas natural en su época de auge.
“El litio no es el gas, no nos va a salvar. Puede ayudar a diversificar la economía, pero no debe repetirse el modelo extractivista sin planificación”, concluye Solón.