Con el lema "La libertad y el amor no pueden prohibirse", decenas de miles de personas colmaron este sábado las calles de Budapest para celebrar el Orgullo LGTBI, desafiando la restricción impuesta por el Gobierno del primer ministro ultranacionalista Viktor Orbán.



Desde el mediodía, el parque del Ayuntamiento se pintó de colores, pancartas y mensajes en defensa de los derechos. La marcha, que comenzó a las 15:00 hora local (13:00 GMT), abarrotó el centro de la capital húngara y tuvo que modificar su recorrido para evitar enfrentamientos con pequeños grupos ultraderechistas que se concentraron en el puente de la Libertad.

La prohibición del desfile provocó una asistencia histórica, estimada en al menos 70,000 personas según el portal HVG, mientras otros medios calculan más de 100,000. Pese a las amenazas de Orbán sobre posibles multas para los participantes, la presencia policial fue mínima y se centró en contener a los grupos radicales.



El alcalde ecologista de Budapest, Gergely Karácsony, convirtió la marcha en un acto municipal para sortear el veto nacional, sumando respaldo de políticos y europarlamentarios de toda Europa. "No vamos a dar un paso atrás ni un milímetro en nuestros derechos y libertades", afirmó la exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau.

La vicepresidenta segunda del Gobierno de España, Yolanda Díaz, encabezó la manifestación junto al alcalde Karácsony. "Orbán está fracasando, porque cuanto más intenta prohibirnos, más salimos a las calles", señalaron activistas como Éva Balog, profesora húngara de 40 años que aseguró estar cansada de que el Gobierno decida cómo deben vivir.

La multitudinaria marcha mostró la resistencia de miles de ciudadanos que rechazan la política ultraconservadora de Orbán y su partido Fidesz, que bajo una nueva ley autoriza prohibir actos públicos que supuestamente afecten el desarrollo "adecuado" de menores. A pesar de la advertencia de multas de hasta $540, la manifestación se desarrolló sin incidentes y envió un mensaje claro: Hungría no renuncia a su libertad.