El universo de "Star Wars", presentado por George Lucas en 1977 como una historia ambientada "hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana", ha dejado de parecer tan lejano. Algunas de sus tecnologías más icónicas están hoy al alcance de la ciencia moderna.





Una de ellas, la famosa leche azul que aparece en varias entregas de la saga, ya no es solo cosa de cine. En 2024, varias tiendas de comestibles comenzaron a comercializar versiones temáticas del producto, haciéndolo accesible al público general.



Pero más allá de lo simbólico, hay desarrollos científicos que se alinean directamente con conceptos vistos en "Star Wars". Uno de ellos es la "agricultura de humedad", una práctica que en la ficción permite extraer agua del aire en medio del desierto, como hacía el tío Owen de Luke Skywalker en Tatooine.





Hoy, científicos de universidades como Arizona State y Berkeley han desarrollado dispositivos que, con ayuda de materiales especiales y energía solar, capturan moléculas de agua del aire para producir agua potable. Este tipo de soluciones se vuelve vital en un mundo donde más de 1,000 millones de personas habitan zonas desérticas.



Otro problema que se ha trasladado del espacio cinematográfico a la órbita terrestre es el de los desechos espaciales. La destrucción de la Estrella de la Muerte dejó escombros que, según la historia, se dispersaron gracias a un agujero de gusano.



En la realidad, no hay portales que limpien el desastre: más de 12,000 satélites activos orbitan la Tierra y cerca de 50,000 objetos son monitoreados por agencias espaciales. Ingenieros de la NASA y la Agencia Espacial Europea trabajan en soluciones como redes, arpones y láseres para recolectar los fragmentos que viajan a velocidades de hasta 30,000 km/h y representan un peligro para futuras misiones espaciales.



Finalmente, la explicación de la Fuerza a través de los midi-chlorianos tiene un curioso paralelo en la ciencia. Estos organismos microscópicos que habitan las células en la saga recuerdan a las mitocondrias, estructuras celulares reales que producen energía y, según estudios recientes, se pueden trasplantar entre células como si fueran órganos. Esta capacidad abre puertas médicas aún inexploradas.



Lo que parecía ficción interestelar ahora toca la Tierra con fuerza científica. Como diría la franquicia, que la Fuerza –y la ciencia– nos acompañen.