En una transmisión en vivo en redes sociales, el personaje de Déborah Penélope, interpretado por el comediante salvadoreño Hugo Castillo, retomó las alarmas sobre una vieja problemática: la desvalorización del trabajo artístico.
“Tengo 30 años de vida artística. Yo no cobro ahora lo que cobré hace 25 años. Pero ayer tuve la oportunidad de alternar en un restaurante con un grupo bueno tocando música de rock en español y me decepcionó saber que estaban tocando a cambio de bebidas y comida”, expresó con indignación.
La declaración no solo exhibe un caso puntual, sino que pone sobre la mesa una práctica recurrente en muchos escenarios: pagar a los artistas con incentivos simbólicos en lugar de una remuneración justa.
Castillo, reconocido por su trayectoria de más de dos décadas en teatro y TV, ha dado vida a algunos de los personajes más mordaces de la escena salvadoreña, figuras irreverentes de programas como "Telepirata" o "Duro Blandito" y parte del elenco de la próxima película “Mojados en Navidad” (2025).
A través de su estilo satírico, el comediante comparó la situación con la práctica absurda de pedirle a un médico operar gratis a cambio de un almuerzo. “Señores, dense su lugar”, enfatizó y exhortó a que se respeten como artistas.
Más allá de la anécdota, las palabras de Castillo ponen en el centro un debate urgente para la escena creativa y artística salvadoreña : ¿cómo asegurar un pago digno a los artistas emergentes sin que la precariedad se normalice?
El problema, como apunta, es colectivo: cuando un grupo acepta trabajar por viáticos, arrastra hacia abajo el valor de todo un sector. En un ecosistema donde el talento abunda pero los recursos son limitados, la dignidad se convierte en la verdadera moneda de cambio.
Este fenómeno no se limita a la música: también atraviesa el teatro, la pintura, la fotografía e incluso el cine salvadoreño. En este último caso, muchos actores locales —a pesar de su talento— terminan aceptando papeles menores, especialmente en producciones internacionales.