El hondureño Vladimir Amador, licenciado en Mercadotecnia y con experiencia en repostería, se ha convertido en uno de los pioneros del entretenimiento educativo en El Salvador. Desde su llegada al país ha desarrollado la versión más reciente de un juego de mesa que combina cultura gastronómica con dinámica lúdica, concebido y perfeccionado íntegramente en el país.

Aunque la idea original nació en 2016 como parte de un encargo para un videojuego, el concepto ha evolucionado con los años. Su primer prototipo, creado en Honduras, llevaba otro nombre y la diferencia con la versión salvadoreña es que la versión antigua era un boardgame bar. Ya instalado en El Salvador, Amador diseñó una versión nueva, convirtiéndose en el primer juego de mesa creado en el país con este enfoque.

"Es una etapa de un juego que estaba diseñando para PC. Este juego me llevó a estudiar mucho, a escudriñar la ley de las probabilidades matemáticas", menciona Amador.



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La mecánica es sencilla pero retadora: los jugadores reciben una cantidad determinada de "briketas" y deben quedarse sin ellas respondiendo preguntas sobre gastronomía salvadoreña y mundial. Dichas bricketas serán colocadas dentro de unos agujeros en forma de quemadores de cocina. De hecho, el juego en sí es una pequeña cocina: "El diseño original de una estufa (cocina) es porque es el invento en mi opinión, es de los más grandes qué ha tenido la humanidad", comparte Amador.


El juego promueve la culturización a través del conocimiento culinario, en un ambiente que combina competencia, aprendizaje y diversión. La cantidad de jugadores puede variar, siendo la cantidad mínima dos; además habrá una persona externa que realizará las interrogantes. La persona que no acierte, recibirá una retroalimentación de información detallada sobre su pregunta.

Amador sueña con llevar esta creación a la feria internacional del juguete de Bremen, en Alemania, bajo la bandera salvadoreña. Su visión a futuro incluye integrar inteligencia artificial, interacción táctil y gráficos en 3D, pero, sobre todo, consolidarlo como un producto salvadoreño capaz de representar la riqueza cultural de la región ante el mundo.