El 19 de junio de 1985, hace 38 años, una tranquila noche de miércoles terminó en una matanza brutal en una acera de la Zona Rosa de San Salvador. Guerrilleros del Comando Urbano Mardoqueo Cruz del Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC), una de las organizaciones del FMLN, perpetraron una masacre que dejó 12 muertos y varios heridos. Entre las víctimas había cuatro infantes de marina estadounidenses desarmados, que departían como clientes en uno de los restaurantes.
Esa noche gran cantidad de jóvenes departía en salones y mesas ubicadas sobre la acera de la Zona Rosa, en la parte oriente. Los marines se encontraban en el restaurante “El Mediterráneo” y contiguo a estos negocios estaba El Chilis, Flash Back, L’Altillo y La vie en rose.
De repente, a eso de las 8:45 de la noche, varios sujetos llegaron en dos vehículos, según los relatos de la época. Bajaron ocho individuos con camisa camuflada, gorras y pantalones de distintos colores, portaban fusiles largos como M16 o G3 y cuando estuvieron frente a la acera, comenzaron a disparar ráfagas contra los norteamericanos que cayeron ensangrentados.
Las ráfagas alcanzaron a otros clientes que estaban cerca de ellos y en ese momento bajaron más individuos y dijeron: “Ustedes también van a morir, hijos de p...” disparando contra algunos que estaban en L’Altillo, donde resultaron lesionadas dos señoritas.
La escena era horrible: cuerpos sobre la acera, mesas en desorden, vidrios, vasos y envases rotos y gritos de pánico de los clientes
Los atacantes luego huirían en un automóvil color azul, marca Datsun. Los infantes de marina vestían ropas civiles. Otros dos infantes de marina que estaban en el mismo lugar sobrevivieron ilesos al atentado.
“Fue una balacera indiscriminada”, relataba un testigo a Diario El Mundo.
El saldo inicial fue de 12 muertos y cuatro heridos. Luego se sumaría una víctima más -uno de los guerrilleros- y se reportarían más heridos.
Los infantes de marina asesinados fueron Thomas T. Handwork, Gregory H. Weber, Patrick Kwiatokski y Bobby J. Dickson.
A unos pasos de ellos fueron asesinados los salvadoreños: Dr. Humberto Sáenz Cevallos, originario de San Vicente, Secretario de la Facultad de Derecho de la Universidad José Matías Delgado; el ingeniero Humberto Antonio Rosales Pineda, 32 años, Director Ejecutivo de la firma Inter Data y José Elmer Vidal Peñalva, de 25 años, un estudiante universitario y Arturo Alonso Silva Hoff.
También resultaron asesinados el chileno Richard Ernest MacArdi Venturino, de 32 años, ejecutivo de la firma Wang e hijo de la salvadoreña Gaby Venturino. El guatemalteco Oswaldo González Zambrani, de 28 años y los civiles estadounidenses George Viney, de 40 años y Robert Alvidrey, ejecutivos de la Casa Wang.
Más tarde se reportaría la muerte del guerrillero José Roberto Salazar Mendoza, uno de los participantes en el ataque. Sería la víctima número 13.
Entre los heridos se reportó a Mario Ernesto Orellana, de 22 años, estudiante de arquitectura; a Carmen Elena González, 24 años, a Graciela Eugenia Gutiérrez, de 24 años y Manuel Argueta Peña, de 40 años.
"¿Cómo es posible que estén hablando de la humanización del conflicto mientras en las calles andan con las balas matando?”, se preguntaba el teniente coronel Carlos Reynaldo López Nuila, entonces viceministro de Seguridad Pública, al llegar al lugar de los hechos.
La embajada estadounidense emitió un comunicado al día siguiente que decía: “Estamos entristecidos e indignados por el cobarde acto terrorista cometido anoche en San Salvador, que terminó con las vidas de seis ciudadanos norteamericanos y por lo menos siete personas”.
“Fue la democracia la que fue atacada anoche, los Estados Unidos estaban entre las víctimas, pero los Estados Unidos de América no serán intimidados por matones con rifles, continuaremos aquí, como en cualquier otra parte, sirviendo a la causa de la libertad”, agregaba el comunicado.
Tres días después, el PRTC se adjudicó la acción públicamente y afirmó que los cuatro infantes de marina constituían “un blanco militar legítimo”.
Según la Comisión de la Verdad, los infantes de marina no eran combatientes, su función era cuidar la embajada de los Estados Unidos y no existe indicio alguno de que hayan participado en acciones de combate en El Salvador.
La Comisión de la Verdad concluyó que Ismael Dimas Aguilar fue el autor intelectual del ataque y él mismo disparó contra los infantes de marina. También señaló a Pedro Antonio Andrade como uno de los autores intelectuales.
El hecho, según la Comisión de la Verdad, “constituyó una violación por el FMLN de las normas del Derecho Internacional Humanitario”.
El presidente José Napoleón Duarte despidió a los marines dos días después en el aeropuerto de Ilopango. Los cuerpos de los infantes de marina iban cubiertos de banderas estadounidenses.