Un lunes 10 de junio de 1935, en Akron, Ohio, Estados Unidos, los alcohólicos Dr. Robert Holbrook Smith (Dr. Bob) y William Griffith Wilson (Bill W.) fundaron Alcohólicos Anónimos (AA), con la finalidad de ayudar a las personas que buscan superar la adicción del alcoholismo, convertida en enfermedad mental.



En 90 años de existencia han sido millones de personas en todo el mundo que de manera directa han recibido la ayuda de AA a través del método del compartimiento cotidiano (catarsis).

La fecha de fundación de AA coincide con el día en el cual el cirujano Dr. Bob consumió su última copa y junto al corredor de bolsas Bill W. emprendieron una comunidad que tiene como base doce pasos, doce tradiciones y doce conceptos básicos para el servicio mundial, que conforman sus 36 principios espirituales.



Los doce pasos espirituales son los que todo miembro de AA debe seguir para su proceso de recuperación personal y sostenible, el cual comienza con que la persona admite con humildad su derrota y la ingobernabilidad de su vida cuando se vive en el alcoholismo, pasa por creer en un poder superior, hacer un inventario de nuestra vida y admitir las equivocaciones hasta llevar al mensaje a quien sufre las consecuencias del alcoholismo.

Las doce tradiciones están aplicadas a la comunidad de AA y en conjunto buscan mantener la unidad de la comunidad para evitar la interferencia política, el reconocimiento y la organización. Pasa por la autonomía y auto sostenimiento de los grupos, el alejamiento de las discusiones o involucramientos sobre temas públicos y el fomento del anonimato y la atracción sin caer en la promoción, hasta priorizar los principios antes que las personalidades.

Los doce conceptos del servicio mundial definen la forma que en que los grupos de AA sirven a sus miembros y a la comunidad. En estos conceptos se define a la conciencia colectiva de AA con la autoridad de los servicios mundiales, además reconoce a la conferencia (conformada por servidores que representan a toda la comunidad) como la voz activa y la conciencia efectiva para el servicio mundial. Define, además la estructuración de AA definiendo roles para su funcionamiento y dando parámetros para la operatividad de la eficiencia de la comunidad de AA.

La estructura de AA cuenta con tres legados que los fundadores heredaron a la comunidad, siendo ellos el servicio, la unidad y la recuperación. Todo alcohólico anónimo debe sentirse identificado con los tres legados y en ese sentido buscar su recuperación (que alguna añadidura positiva acarreará para su vida), fomentar la unidad de la estructura (para potenciar el mensaje y mantener vigorosa a la comunidad) y procurar servir con humildad a la comunidad y sus miembros (como una forma de agradecimiento, humildad y fortalecimiento individual y colectivo de AA).

AA no es una religión, ni pretende serlo, pero es un proceso de contenido espiritual donde cada uno de sus miembros (hombres y mujeres) mejora sustancialmente su vida y sus relaciones con los demás y el entorno en general. En cada reunión de sus miembros siempre se cuenta a Dios como el infaltable.

Cuando el Dr. Bob y Bill W. iniciaron la comunidad de AA lo hicieron con pleno conocimiento de causa. Ellos sufrieron las consecuencias del alcoholismo y eran hermanos del mismo dolor, como lo son todos los alcohólicos anónimos que reunión tras reunión buscan superar una enfermedad mental que es progresiva, insidiosa y de fatales consecuencias. El alcoholismo acaba con todo y con todos. Es una enfermedad democrática donde caben todos, desde heterosexuales y homosexuales, hasta cultos e incultos. El alcoholismo es ingrato y en él se refugian sumidos por la impotencia, ricos, pobres, viejos, jóvenes, citadinos, campesinos, hombres, mujeres, ateos, religiosos, de ideologías de izquierda, de derecha, de centro y toda suerte de seres humanos.

El alcoholismo es incurable pero es superable, con fuerza de voluntad, humildad, amor, tolerancia, fe y el compartimiento cotidiano que en AA suele ser en reuniones cada 24 horas. El alcohólico llega a conocer que padece una enfermedad mental que le genera secuelas o consecuencias somáticas, muchas veces mortales, pero también llega a adquirir plena conciencia que puede evitar el alcoholismo si deja de consumir el primer trago y si se alimenta de los mensajes de los compartimientos que lo llevaran a no permitir la manifestación material y conductual de la enfermedad mental.

La consecuencia última del alcoholismo es la muerte física del consumidor, pero antes de esa muerte pasa por matar la dignidad del alcohólico y por destruir su contexto. Antes de morir ha acabado con la felicidad de sus parientes y amigos y hasta los vecinos. Destruyó la felicidad y las ilusiones de su grupo familiar. Terminó con la paz de sus padres, hijos, esposas (os) y dejó de ser útil para la sociedad. Literalmente el alcoholismo los convirtió en un desecho humano. En bazofia.

La buena noticia es que todo alcohólico es rescatable porque toda vida es valiosa. No importa que tanto o cuantas veces o las formas que haya tocado fondo. Los caminos que llevan a la sobriedad son benditos y uno de ellos es AA. Esta comunidad es considerada una de las más democráticas en el mundo, porque aquí caben todos los que han sido derrotados por el alcohol y que tienen la plenitud de ampararse en un poder superior, por lo que están dispuestos a lograr su recuperación y con ello generar beneficio a los suyos.

En 90 años AA tiene presencia en 180 países y una membresía de millones de hombres y mujeres repartidos en casi 125 mil grupos, tratando de ser felices y generar felicidad a través de su recuperación. En mi calidad de Custodio Clase A (profesional, abstemio, con el ánimo de servir y de “finos talentos”) y presidente de la Junta General de Servicios de AA El Salvador, me atrevo a felicitar a la estructura mundial y a cada alcohólico anónimo salvadoreño. Un saludo y un eterno agradecimiento póstumo, al Dr. Bob y a Bill W. así como a todos los que hicieron posible la fundación de AA.

Cuando sé de una atrocidad cometida por alguien bajo los efectos del alcohol me da mucha pena y tristeza, pero cuando sé de un enfermo alcohólico recuperado por AA, doy gracias a Dios y comprendo que la misión del Dr. Bob y Bill vale la pena.

* Jaime Ulises Marinero es periodista, presidente de la Junta de Servicios Generales de AA