Sí El Salvador no clasifica al mundial de fútbol de 2026, quizá nunca más lo haga, pues para el Mundial de 2030, México, Estados Unidos y Canadá tendrán que eliminarse con el resto de equipos de la Concacaf. Es ahora o nunca, cuando la Selecta Cuscatleca tiene una ligera oportunidad, desgraciadamente esa posibilidad nos llega en el peor momento de fútbol salvadoreño; con una liga nacional nada profesional, con dirigentes incapaces y nada visionarios, con una afición desligada y con una federación bajo la tutela de extranjeros.
El Salvador está en el grupo clasificatorio junto a Guatemala, Surinam y Panamá. De aquí saldrá directo para el Mundial el primer lugar, mientras que el segundo tendrá la opción de estar entre los dos mejores segundos de los tres grupos para tender opción de un repechaje.Guatemala tuvo una destacadísima participación en la recién finalizada Copa Oro, donde se quedó en semifinales ante Estados Unidos; Surinam, es una selección que ha avanzado mucho con sus jugadores codeándose en Europa y que recientemente le dio una bailada a El Salvador en el Estadio Cuscatlán; y Panamá es el país centroamericano que mejor desempeño tiene a nivel de selecciones del área por ende es el país favorito para clasificar de manera directa al Mundial 2026.
Con casi todos los factores en contra la esperanza y la ilusión es lo último que como aficionados (léase masoquistas) perdemos y confiamos en Dios (al igual que los creyentes de todas las naciones) en que pase algo para que clasifiquemos. Obviamente se requiere capacidad, trabajo, entrega, planificación y esfuerzo colectivo e individual. La Selecta es el equipo de todos y cada uno debemos aportar lo que nos corresponde. Cuando juega la Selecta jugamos todos.
A nuestro favor no tenemos mucho, pues si bien es cierto la Selecta es dirigida por un técnico tres veces mundialista, parece ser que está desfasado y que ahora es experto en perorata y/o retórica futbolística, a eso se agrega que nuestros seleccionados no juegan en ligas élites aunque se creen “estrellas” y que la Federación de Fútbol está en plena transición regularizadora dirigida por un ciudadano panameño, cuyo país es nuestro rival de grupo y por ende tiene un interés específico. A eso añadamos el poco profesionalismo de muchos periodistas deportivos que opinan como fanáticos y se creen expertos en las ligas europeas, especialmente la española e inglesa, y del nivel malinchista de muchos aficionados que se sienten catalanes o madridistas, pero que ni siquiera conocen la avenida España de San Salvador.
Lo poco que teníamos lo despilfarramos. El Estadio Cuscatlán, un inmueble privado, bastión de la Selecta en algunas circunstancias, ha sido descartado como sede de los encuentros ante Panamá y Guatemala, juegos programados para el 10 y 14 de octubre respectivamente, debido a que el 4 de dicho mes la empresa dueña del estadio ha prestado el inmueble para un concierto de la banda de hard rock Guns N´ Roses. En junio de 2022 días antes del juego de la Selecta hubo un concierto similar y la grama quedó literalmente destrozada.
No se sabe si los dueños del estadio aprobaron el uso del escenario para el concierto porque su interés es estrictamente económico y les importa un comino la Selección, o si hubo algún factor de planificación anómalo. Lo cierto es que los duelos contra Panamá (la patria de Rolando González, el presidente de la Comisión Regularizadora de la Federación Salvadoreña de Fútbol) y Guatemala se jugarán en el estadio Jorge “Mágico” González, un bonito estadio renovado, con una excelente cancha, pero con algunas desventajas respecto al Cuscatlán.
En el Cuscatlán caben más aficionados que a la vez están más cerca de la cancha y por consiguiente dan un aliento más sensible. Los aficionados están a unos diez o menos metros de la cancha, lo que resulta agobiante para los jugadores rivales. En el “Mágico” la afición está a 25 o más metros de distancia de la cancha y la presión es menor hacia los equipos (especialmente los visitantes). Varios medios han encuestado a los seleccionados y estos han manifestado su preferencia por el Cuscatlán, por el aliento cercano que reciben de la afición.
Dirigentes de Panamá, Guatemala, México, Estados Unidos, Costa Rica, Honduras, Canadá y otros países han manifestado su temor de jugar en el Cuscatlán, de donde se han llevado amargos resultados, incluso el periodismo deportivo de la región ha calificado el Cuscatlán como un verdadero infierno para sus selecciones, por la presión que baja desde los graderíos.
Todos recordarán aquella tarde-noche del domingo 22 de junio de 2008 cuando, en el monumental estadio Cuscatlán, El Salvador remontó bajo la lluvia y el apoyo incondicional de la afición a la selección panameña. El Salvador había perdido 0-1 en Panamá y en el Cuscatlán comenzó perdiendo, pero los miles de aficionados que colmaron el monumental no dejaron de alentar y finalmente en el segundo tiempo se remontó 3-1, con aquellos dos goles de Eliseo Quintanilla y aquel antológico gol que anotó con la espal José Martínez, pero que fue atribuido a Luis Anaya, el zaguero que disparó a la meta que era defendida por Panamá. En aquella ocasión El Salvador clasificó a la siguiente fase teniendo como aliados el Cuscatlán y la noble afición.
México, los actuales monarcas de la Concacaf, ya se ha ido derrotado en dos ocasiones, víctimas de la Selecta y del apoyo abrumador de la afición que ha vestido de azul el Cuscatlán, un estadio que genera miedo en las selecciones rivales y cuya ventaja hemos disminuido al perder su autorización para los duelos contra Panamá y Guatemala, cuyos dirigentes deben estar muy contentos.
Rumbo a una clasificación mundialista no se puede mi debe dar ventajas. Bolivia, quizá la peor selección de Suramérica se lleva sus partidos de local a la ciudad de mayor altura para sacar ventaja y está en su derecho. Nosotros, en El Salvador, por desidia, nula planificación, desinterés total, mala intención, intereses malsanos o simplemente por “pendejos” perdemos una ligera ventaja que en ocasiones se convierte en una ventaja gigante.
Ojalá se pudiera hacer algo para revertir la situación, de lo contrario habrá que ir al “Mágico” a gritar el Himno Nacional y a apoyar a la Selecta que pese a sus enormes falencias tiene la posibilidad (mínima) de ir al mundial 2026… Si no es ahora, quizás nunca. En Dios confiamos.
*Jaime Ulises Marinero es periodista