Las fuerzas militares de Israel han obtenido dos victorias y una derrota en cuanto a Gaza se refiere. Derrotaron a Hamás y por eso exigen su rendición, en boca de Netanyahu o de Trump, que es casi lo mismo.
También han obtenido la victoria en su guerra contra los palestinos en Gaza. Los han ametrallado, los hanbombardeado, les han cortado los suministros, hanrealizado toda clase de hechos criminales para llevar a los palestinos a la edad de piedra. Sin embargo, la derrota de los palestinos en Gaza sabe a amargo, porque haber asesinado a tantos niños, haberlos dejado mutilados, haberles causado lesiones mentales de por vida no es algo de lo que puedan sentirse orgullosos los militares israelíes. Esa factura queda ahí, entre los escombros, pero en algún momento habrá que pagarla. Netanyahu se imagina que no, y argüirá que son gajes del oficio de guerrear. Pero no. Ese atropello es injustificable.
Y por esa ‘gran’ victoria contra las niñas y los niños palestinos de Gaza que han sido inmolados es que el proyecto aniquilador de los militares israelíes ha alcanzado una derrota política. Que se niega y se negará Netanyahu a aceptar, pero que no se podrá quitar de encima.
La solución de los dos Estados (Palestina e Israel)es el único camino que existe para alcanzar la estabilidad en Medio Oriente.
El Plan de Paz que Trump ha enarbolado, en una cabriola de última hora, ―porque él apoyó y apoya el proceder del ejército israelí en Gaza, es decir, formaba parte del bando de los que aplastaron a los gazatíespalestinos― tiene sus luces y sus sombras. Y cuando ya la condena mundial contra los halcones israelíes toma vuelo, pues el presidente norteamericano salta la barda y aparece con un Plan de Paz bajo la chistera.
¿Ese Plan de Paz conducirá a la solución de los dos Estados? Sí, si no estuvieran ausentes los plazos y losmecanismos concretos para la constitución del Estado palestino desde el primer momento. Este Plan de Paz, que en realidad habría que llamar el Plan de Trump, huele a oferta de almacenes en liquidación.
Está explícito en ese plan la disolución de Hamás, y parece que no hay mayor discusión sobre eso. El asunto es que Trump, en su plan, está dejando para nunca jamás, ¡en el aire!, la conformación del Estado palestino. Que es por donde se debería comenzar.
Si Trump quisiera de verdad hacer una contribución decisiva a la paz debería dejar que Naciones Unidas se encargara, eso sí, que los gobiernos de Estados Unidos, Francia y demás monitorearan el proceso. De lo contrario, se estaría dejando en manos de los vencedores el Plan de Paz. Y eso significaría que los palestinos serían testigos mudos y resignados de las decisiones que Trump (y Netanyahu por descontado) adopte. Ya antes Trump había dicho que quería convertir Gaza en una ribera, donde florecerían el comercio y el turismo. Obvio, Trump es un comerciante y solo de ese modo puede pensar.
¿Se puede confiar en Trump? No. Porque cambia de opinión según el humor con el que amanece. Un día se va a Alaska y le pone la alfombra roja a Putin y al siguiente día está despotricando contra él.
Seguir postergando la solución de la conformación del Estado de Palestina sería el mayor yerro que se pueda cometer en este momento. Estados Unidos lo puede hacer porque Hamás ha sido derrotado, los palestinos de Gaza han sido apabullados y aniquilados de un modo indiscutible y porque los palestinos de Cisjordania están paralizados y porque los países árabes dejaron solos a los palestinos.
Que sea Donald Trump quien ponga la mesa, sirva a los comensales y además deguste los platos, ¡y todo al mismo tiempo!, no deja de ser anómalo en el caso de la situación de los territorios correspondientes a Palestina. Casi que Trump, en una recreación del modelo colonial, sería una suerte de ‘rey’ en Palestina, y por eso quiere nombrar al ‘virrey’ (para que vea el día a día), y todo indicaría que eso recaería en la persona de Tony Blair.
Con ese Plan de Trump, donde los palestinos no han sido consultados y más bien se limitan a reaccionar casi con automático optimismo (puesto que salir de ese infierno que ha generado el ejército israelí resulta de una urgencia impostergable), no es seguro alcanzar la paz firme y duradera. Sin embargo, no hay que dejar de señalar que la paz para Palestina no podrá alcanzarse si solo los vencedores (y sus patrocinadores) son los que decidan todo y donde los asuntos cardinales quedan flotando en el aire.
*Jaime Barba, REGIÓN Centro de Investigaciones