El 19 de julio de 1972 el gobierno de los militares conservadores (bajo la casaca del PCN) se mostraron en plenitud de intenciones y tomaron por asalto la Universidad de El Salvador y capturaron a sus autoridades y a parte del profesorado que consideraban 'peligroso' y que se hallaban dentro del recinto universitario o fuera. Pues bien, uno de esos capturados fue Melitón Barba.
Cerca del mediodía del 19 de julio fue capturado por elementos de la Guardia Nacional cuando ingresaba con su vehículo Mazda blanco a su casa de la 19 avenida norte #1644. Se lo llevaron a pie, esposado, varias cuadras y después lo subieron a un vehículo tipo panel y por tres días no se supo de su paradero.
Por fin, se supo que estaba en la Guardia Nacional y que a las autoridades universitarias y profesores (Rafael Menjívar Larín ―rector―, Miguel Sáenz Varela ―secretario general―, Fabio Castillo Figueroa ―decano de la Facultad de Ciencias y Humanidades―, Luis Arévalo ―fiscal―, Mario Flores Macal ...) y los demás capturados de la comunidad universitaria iban a ser expulsados hacia Nicaragua de inmediato. Y así fue.
En Managua, el grupo de exiliados, quizás unos 15, después de un mes tomaron la decisión de salirse de Nicaragua, por razones obvias (Anastasio Somoza Debayle era quien regía). Unos se fueron para México. Y otros, para Costa Rica. Melitón Barba optó por Costa Rica.
De esa experiencia, el médico-escritor, rápido, emborronó cuartillas e hizo un relato titulado 'La celda No. 9'. Texto narrativo que se extravió entre tantos ires y venires del autor.
Gracias a sus vínculos personales con excompañeros costarricenses que estudiaron en El Salvador (los médicos Álvaro Castro y Maynor Briceño), Melitón Barba pudo establecerse como médico y fue a parar al puerto del Pacífico, Puntarenas, al Hospital San Rafael, que se hallaba situado en el centro de la ciudad de Puntarenas y que venía funcionando desde 1852.
Años después, en 1989, cuando se publicó en San Salvador, bajo el sello Istmo Editores, su cuarto libro de cuentos titulado 'Cartas marcadas', el cuento con el que se abre el volumen, 'El Lecumberri', es una reminiscencia de su estancia en Puntarenas que duró hasta mediados de 1973. En las primeras líneas da cuenta del escenario: 'En toda la zona, incluyendo los que estaban presos en San Lucas, no había nadie que hubiera purgado un delito en la famosa penitenciaría de México'. San Lucas era una isla frente a Puntarenas que servía como presidio.
Con el fraude electoral de febrero de 1972, el fallido golpe de Estado del 25 de marzo y, sobre todo, con la intervención militar de la Universidad de El Salvador, en julio, la situación política del país quedó trastocada. De facto, los partidos políticos opositores (PDC, MNR y UDN) se encontraron acorralados en la marginalidad y casi en la ilegalidad.
El Salvador quedó, después del 19 de julio de 1972, frente a un cuadro de tensión política y militar de gran explosividad, del que no podrá salir hasta 1992, cuando la guerra finalizó por medio de una negociación estratégica con supervisión internacional.
Eclipsados y sacados a patadas de la escena política los partidos políticos opositores, pues los militares conservadores, que manejaban el PCN, impusieron su férula. Es en este contexto de asfixia política que el incipiente movimiento guerrillero, constituido por dos pequeños agrupamientos debilitados e ideologizados en exceso (las Fuerzas Populares de Liberación ―FPL― «Farabundo Martí» y el Ejército Revolucionario del Pueblo ―ERP―), pudo abrirse paso. Si a la UNO se le hubiese dejado ganar las elecciones de febrero de 1972 es probable que no se habría dado la generalización de la guerra. Pero la tozudez, las ambiciones de poder y el desprecio por la vida en democracia marcaron la ruta del descarrilamiento nacional.
Melitón Barba, el médico-escritor, hubo de asumir una postura frente a todo esto. Desde el exilio en Puntarenas, tomó una decisión arriesgada, y es que se planteó la posibilidad de regresar a El Salvador. Eso implicaba varias cosas: seguir ejerciendo la profesión médica en su clínica particular, como ortopeda y traumatólogo; distanciarse de la vida política partidaria tradicional ―que de todos modos había sido aplastada― a la que había estado adherido desde 1966 hasta julio de 1972 como dirigente del MNR y dejar de estar visible, de cualquier modo, en la política nacional. Y previo a eso, que era como su plan personal de retorno, envió adonde correspondía un mensajero extraordinario para conocer de primera mano si había alguna acusación específica contra él. Puesto que el mensajero retornó con una respuesta favorable a su regreso, pues armó maletas y a mediados de 1973 se trasladó a Guatemala, para preparar su ingreso por tierra a El Salvador. Todo de manera personal, y solo con el apoyo de amigos y de familiares.
• Jaime Barba, REGIÓN Centro de Investigaciones