La noche del domingo 18 del mes en curso, Dilcia Alejandra Navarro Umaña, de 37 años de edad. fue capturada en flagrancia por la Policía Nacional Civil (PNC) acusada de un doble homicidio en perjuicio de Marvin Obdulio Castro Cedillos, de 38 años; y de José Israel Lara Gutiérrez, de 41 años. El primero su actual pareja y el segundo su excompañero de vida.
Según el informe policial los tres estaban consumiendo bebidas alcohólicas cuando por motivos de celos iniciaron una acalorada discusión que llevó a la mujer a atacar con un cuchillo a sus acompañantes. En el lugar falleció Marvin, mientras que José falleció en el Hospital San Juan de Dios, de San Miguel.
El hecho trágico sucedió en la colonia Villa Satélite, en San Miguel, donde al parecer la mujer solía embriagarse con sus víctimas. El informe de la Fiscalía General de la República (FGR) señala que se cuenta con suficientes evidencias y testigos que incriminan a la mujer. La mujer enfrentará la justicia y si es encontrada culpable recibirá un mínimo de 50 años de cárcel, a razón de 25 años por cada muerte.
El alcoholismo es ingrato, convierte a las personas en imbéciles e idiotas. Dos hombres jóvenes, padres de familia, murieron y sus hijos han quedado a la deriva. Una mujer-madre pasará el resto de su vida encarcelada, mientras que sus hijos, sus padres, hermanos y demás seres queridos vivirán las nefastas consecuencias de su conducta criminal. Estoy seguro que en sobriedad la discusión hubiese sido menos tensa y la consecuencia final no hubiese sido el doble homicidio. Maldito alcoholismo.
Las muertes de Marvin y José no aparecerán en los registros de la Organización Mundial para la Salud (OMS) como producto de la ingesta alcohólica y aparecerán como resultado de la violencia común, sin embargo ambas muertes deben registrarse como producto del alcoholismo, esa enfermedad mental que transforma al ser humano en ignorante, indolente, inhóspito, insoportable, iracundo, irresponsable, inmoral, intolerante, irreconocible, incapaz, irrespetuoso, insensible, irrelevante, impotente, incontrolable, insensible, inconsciente, inseguro, inane, inconsecuente, infeliz, inútil, irrisorio, indispuesto, inservible, injusto, irrazonable, ilógico, ingrato, idiota e imbécil.
Tampoco aparecerá registrada la muerte de Juan Velázquez, de 51 años, quien un día antes del doble homicidio en Villa Satélite, fue asesinado por su hermano José Leonel Velázquez, de 49 años. Ese sábado los hermanos Velázquez habían trabajado juntos como albañiles en la zona rural de Polorós, departamento de La Unión, cuando comenzaron a consumir bebidas alcohólicas hasta que se embriagaron y comenzaron una acalorada discusión que culminó con la muerte a machetazos de Juan. Con toda seguridad en la familia han quedado rencores y a partir de ese homicidio las “buenas relaciones familiares” se han distorsionado. Un hermano muerte y el otro preso, como secuela de la intolerancia y la ingratitud que genera el consumo de bebidas embriagantes. Maldito alcoholismo.
En Jiquilisco, Usulután, un hombre de 43 años de edad, al que las autoridades identificaron como Carlos Castro Rivas, fue asesinado en el cementerio municipal, por tres hombres que eran sus “amigos” y con los que consumía cervezas. Ya en estado de ebriedad los sujetos atacaron con objetos contundentes a la víctima hasta que le quitaron la vida. La PNC, contando con el relato de testigos logró la captura de los sospechosos Oscar Orlando Morales Gaytán, Víctor Manuel Ayala Iraheta y Juan José Castro Trejos. Carlos aparece como un caso de violencia común y no como producto del alcoholismo que lleva a muchos a la pérdida del control de su vida hasta convertirlos en bazofia de la sociedad. Los tres sospechosos, de ser encontrados culpables, pasarán muchos años tras las rejas meditando sobre su estúpido e irracional crimen, pero serán sus hijos, su esposa, padres y seres queridos quienes vivirán agobiados por la acción criminal. Literalmente los seres queridos de estos sujetos vivirán avergonzados y probablemente con desequilibrio emocional. Este crimen fue cometido el 9 de mayo pasado. La mamá de Carlos ingratamente recibió como regalo de Día de la Madre la muerte de su hijo. Maldito Alcoholismo.
Recientemente, Valentina, una joven de 26 años murió víctima del alcoholismo en el barrio San Jacinto de San Salvador, dejó huérfanas a sus tres niñas que ahora injustamente han quedado bajo la irresponsabilidad de la abuela. A la joven, muy bonita, se le miraba en la Avenida Cuba, en las cantinas próximas al mercado municipal. En Alcohólicos Anónimos (AA) se intentó ayudarle, pero ella rechazó la ayuda y manifestó sus deseos de morir en el vicio, que en ella ya se había convertido en una grave enfermedad mental que minó su capacidad de razonar y que llevó a sus emociones a la insensibilidad, ni siquiera pensaba en sus hijas, Maldito alcoholismo.
El fin último del alcoholismo es la muerte, la cual llega producto de la ingesta alcohólica o como secuela o consecuencia de ese consumo. Los borrachos mueren encunetados en las calles, las zonas públicas, las cantinas, los hospitales o cualquier sitio. También mueren como producto de suicidios, homicidios, accidentes viales, enfermedades derivadas de la embriaguez constante. Empero, antes de acabar con la vida del alcohólico, el vicio letal ha matado la felicidad de su hogar al haber llevado dolor y angustia a sus padres, esposa (o), hijos y demás seres queridos. Mató ilusiones y generó vergüenzas y tristezas en los suyos que, sin culpa alguna, tienen que sufrir las consecuencias del ingrato borracho que dejó de aportar espiritualidad y materialidad al hogar y, al contrario, es parte de la injusta infelicidad. Las madres, padres, hijos, esposas (os) sufren a diario por la incertidumbre y errática la vida del alcohólico.
Se requiere aceptar que el alcohol es un destructor de vidas que arrasa con todos y todo porque todos cabemos en él. Se necesita de un Poder Superior para un proceso de recuperación cargado de humildad, tolerancia y aceptación. Hay muchos caminos para llegar a la sobriedad y evitar tragedias lamentables e irreversibles, uno de ellos es a través de Alcohólicos Anónimos (AA), una institución de hombres y mujeres dispuestos a ayuda a quienes aún sufren por la enfermedad del alcoholismo la cual es progresiva, insidiosa y de fatales consecuencias. Maldito alcoholismo.
• Jaime Ulises Marinero es periodista