Oh melancolía, novia silenciosa. Íntima pareja del ayer. Oh melancolía, amante dichosa. Siempre me arrebata tu placer…Así como Silvio Rodríguez describe ese estado de ánimo, mas profundo que la misma tristeza, así la describen los expertos en salud mental y las casas farmacéuticas. La melancolía o depresión, es producto de un desbalance químico intracerebral, nos han contado siempre. Específicamente un desbalance de la serotonina, un neurotransmisor que juega un papel crucial en el cerebro y el sistema nervioso. Conocida popularmente como la “hormona de la felicidad” porque sus niveles altos en el cerebro generan sensaciones de bienestar, relajación y satisfacción, mejorando la concentración y la autoestima. Y así por muchos años, tanto el gremio medico y la industria farmacéutica, nos han enseñado que esos estados de melancolía son causados por un desequilibrio químico, y que una simple “pastillita” nos traerá la felicidad.
Así en países como los Estados Unidos hay 60 millones de adultos y 6 millones de niños tomando “antidepresivos”. Menudo negocio el de las casas farmacéuticas. En El Salvador existen tanto laboratorios que producen antidepresivos como distribuidores que los comercializan, y aunque hay indicios de aumento de atención en salud mental y uso de antidepresivos, no hay una cifra pública exacta y actualizada para el consumo total de antidepresivos en El Salvador. Seria interesante conocer cual es nuestro consumo a nivel nacional de estos tipos de medicamentos, aunque podría ser inconveniente al mercado farmacéutico y al gremio médico, especialmente dado que investigaciones recientes han puesto en tela de juicio la teoría del desequilibrio químico de la depresión, en particular la idea de que la depresión está causada por una deficiencia de serotonina u otros neurotransmisores en el cerebro.
¿Cuál es la evidencia científica que apoya el desequilibrio químico como causa de la depresión?
La idea de que la depresión está causada por un "desequilibrio químico" en el cerebro -específicamente una deficiencia o disfunción de neurotransmisores como la serotonina- ha circulado ampliamente entre el público y muchos profesionales sanitarios durante décadas. Sin embargo, recientes estudios y revisiones científicas exhaustivas han hallado pocas pruebas convincentes que respalden esta teoría.
Las revisiones a gran escala no han mostrado ninguna relación sólida entre la depresión y los niveles bajos de serotonina o su actividad. La mayoría de los estudios no encuentran pruebas de que las personas con depresión tengan menos serotonina que las que no la padecen, ni de que la reducción de serotonina en personas sanas provoque depresión. Una revisión sistemática publicada en la revista científica (Nature) en el 2023 concluyo que las principales áreas de investigación sobre la serotonina no aportan pruebas consistentes de que exista una asociación entre la serotonina y la depresión, ni apoyan la hipótesis de que la depresión esté causada por una disminución de la actividad o las concentraciones de serotonina.
A pesar de carecer de un sólido respaldo científico, el mensaje del desequilibrio químico ha proliferado gracias al marketing farmacéutico, las directrices oficiales y las explicaciones rutinarias de muchos profesionales sanitarios. Este amplio respaldo lo ha convertido en una explicación profundamente arraigada y ampliamente aceptada en la sociedad. El apoyo al modelo de desequilibrio químico puede tener efectos no deseados, como el aumento de la estigmatización, el pesimismo sobre la recuperación y la tendencia a favorecer la medicación frente a las opciones psicoterapéuticas, a pesar de que estos tratamientos suelen mostrar niveles similares de eficacia. Incluso, estudios recientes han proliferado la idea que cambios de comportamiento, como la integración del “ejercicio” en nuestra vida diaria, tiene efectos similares a la ingesta de medicación antidepresiva y la psicoterapia en el alivio de los síntomas de la depresión.
Las pruebas científicas predominantes no apoyan la teoría del desequilibrio químico como explicación adecuada o exhaustiva de la depresión. La investigación moderna favorece un modelo biopsicosocial, que reconoce que la depresión surge de una compleja interacción de factores biológicos, psicológicos y ambientales, y no puede reducirse a una simple cuestión de niveles químicos en el cerebro.
Si usted sufre de esa novia silenciosa, que le arrebata su placer, la próxima vez que visite a su psiquiatra o psicólogo, pregúntele acerca de las causas de su problema, y coméntele acerca de la efectividad del nuevo fármaco “ejercicio” en el tratamiento de su problema.