Sí amorcito, te lo prometo, le dijo Julio a su hija Carmina de 7 años. Cumplía años ese día, y su madre le partiría un pastel después de cena. Estaba oscureciendo cuando Julio arrancó su motocicleta, una Yamaha XTZ250. Miró su reloj, eran las 6:15pm. Tenia exactamente 45 minutos para llegar a su casa y cumplir su promesa. Un grupo de nubes amenazantes se cernían sobre el horizonte, ojalá y no llueva, pensó. Pero pasados 15 minutos, comenzó el diluvio, típico de los meses de julio en nuestro país. Las nubes ocultaron el sol, y la lluvia abundante le dificultaba la visibilidad. Julio conducía, más rápido de los usual, su motocicleta por la 25 Avenida, una de las vías más transitadas de la ciudad. La lluvia hacía que el asfalto estuviera resbaladizo y la visibilidad disminuida, pero Julio iba atento y con precaución. Sin embargo, a su lado, un conductor de automóvil, apresurado y distraído por su teléfono móvil, invadió el carril de Julio sin darse cuenta. El impacto fue súbito. La moto de Julio derrapó sobre el pavimento mojado, lanzándolo violentamente contra el bordillo de la acera. A pesar de que llevaba casco y equipo de protección, la fuerza del golpe le provocó heridas graves en la cabeza y el torso. Los testigos llamaron rápidamente a emergencias, pero Julio perdió la conciencia antes de que llegaran. Julio falleció en el hospital debido a un trauma craneoencefálico severo y hemorragias internas. Era un sábado, y su hija Carmina lo esperaría toda su vida.
El Salvador se encuentra entre los países con mayor mortalidad vial de Centroamérica, con una tasa de 22 muertes por cada 100,000 habitantes, aproximadamente un 30 % por encima del promedio regional. Junto con Honduras, lidera esta trágica estadística en la región. Según datos del Ministerio de Salud (MINSAL), los accidentes de tránsito ocupan el sexto lugar entre las principales causas de fallecimiento en el país, una cifra alarmante que ha permanecido elevada durante la última década, con más de 1,000 muertes anuales de forma constante. Se trata de una tragedia sostenida, no solo por su magnitud, sino porque afecta principalmente a la población adulta en edad económicamente activa. El perfil más común de las víctimas fatales es el de un hombre joven o de mediana edad (71 %), en su mayoría motociclistas (39 %) y peatones (41 %). En conjunto, estos grupos vulnerables representan más del 80 % de las muertes por accidentes. En términos generales, el 68 % de los fallecidos son hombres, mientras que las mujeres constituyen el 22.8 %.
Entre las principales causas identificadas en 2025 por el Viceministerio de Transporte (VMT) se destacan: Distracción al conducir (224 muertes), Exceso de velocidad (135 muertes),Invasión de carril (86 muertes). San Salvador continúa siendo el epicentro de la siniestralidad vial, aunque en 2025 ha mostrado una ligera reducción en el número de fallecidos. A nivel departamental, se observan diferencias significativas: mientras en San Salvador y La Libertad las cifras bajan, en Chalatenango los accidentes y muertes han aumentado. De acuerdo con reportes de la Policía Nacional Civil y medios locales, la mayoría de los siniestros fatales ocurren entre las 21:00 y la madrugada. Estudios internacionales respaldan que los horarios más críticos suelen ser entre las 18:00 y las 21:00 horas, particularmente al atardecer y en las primeras horas de la noche. En cuanto a los días de la semana, el domingo (19 %) y el sábado (16 %) concentran la mayor parte de las muertes, mientras que el viernes presenta la menor frecuencia (12 %).
El Salvador lleva una década siendo golpeado por el flagelo de los accidentes de tránsito, y en todo ese tiempo, ningún gobierno —por incapacidad o indiferencia— ha logrado proteger efectivamente a la ciudadanía. El actual gobierno, que ya suma seis años en el poder, concentró sus primeros esfuerzos en combatir otro grave problema: el de los grupos terroristas o pandillas. Sin embargo, a estas alturas, resulta inaceptable que no exista una justificación clara sobre por qué los accidentes viales continúan siendo una de las principales causas de muerte en el país. Se trata, sin duda, de un problema grave de salud pública. No obstante, el gobierno ha delegado el liderazgo en materia de tránsito y seguridad vial al Viceministerio de Transporte (VMT), dejando en un papel secundario al Ministerio de Salud (MINSAL), cuya intervención debería ser clave dada la magnitud del impacto sanitario y humano que estos siniestros provocan. Aunque podría ser que nuestro ministro de salud prefiera seguir jugando con sus robots.