Son ágiles en su trabajo, en pocos minutos instalan lonas sobre una parte de un acre de tierra que ya tiene en su seno la semilla de Ginseng. Aún no verán la cosecha de esta porción de tierra, porque la planta tarda al menos cinco años en estar lista para su corta, pero han visto el proceso de otras granjas en los últimos años.

Es un grupo de 11 salvadoreños que laboran en Baumann Farm, una plantación de Ginseng ubicado en Wausau, Wisconsin, el mayor productor de Estados Unidos. Unos tienen dos y otros, tres años de viajar a trabajar con la misma empresa, a través de una visa H-2A para servicios agrícolas, para cubrir puestos de trabajo que las compañías norteamericanas no logran tener con mano de obra local.

Las visas H-2 también incluyen a las tipo H-2B enfocadas en trabajos de servicios, como paisajismo, construcción, hostelería, y otro tipo de trabajos no agrícolas. La ventaja de las visas H-2A es que Estados Unidos no pone un límite anual para otorgarlas como en el caso de las otras. En el estado de Wisconsin, el programa de movilidad laboral tiene 96 salvadoreños asignados a algún trabajo visado.
Durante los seis meses, los salvadoreños se encargan de mantener las plantas de ginseng hasta su cosecha. / Cortesía USAID.
Durante los seis meses, los salvadoreños se encargan de mantener las plantas de ginseng hasta su cosecha. / Cortesía USAID.

Entre estos, están los 11 salvadoreños, cuatro de ellos son Daniel Ardón, David Arias, Luis Pleitez, y Victor Linares. Ninguno había cultivado Ginseng antes, pero la compañía se ha encargado de capacitarlos; al menos dos de ellos tenían conocimiento en agricultura, en los cultivos de granos básicos de El Salvador como el maíz, el frijol y el maicillo, una habilidad que los contratistas valoran al momento de elegir los perfiles.

En el caso de los cuatro, se enteraron del programa de movilidad laboral en las iglesias donde asistían en sus lugares de residencia en El Salvador, se anotaron y fueron seleccionados. Viajaron al final de abril y su temporada termina en noviembre, cuando el frío empieza a sentirse a temperaturas que se acercan a los cero grados.

Y así como muchos salvadoreños, ellos reconocen que el deseo de viajar a Estados Unidos a trabajar es la búsqueda de una estabilidad económica que en El Salvador no pueden alcanzar.
Baumann recibe mano de obra salvadoreña para cosechar ginseng cada año desde hace tres. / Iliana Cornejo
Baumann recibe mano de obra salvadoreña para cosechar ginseng cada año desde hace tres. / Iliana Cornejo

Pero el trabajo en Estados Unidos no es sencillo, trabajan 11 horas cuando el clima lo permite. Cada hora se las pagan a $18.50. “Siempre va a ser ventaja trabajar acá, porque con una hora que se trabaja acá se gana lo que en El Salvador se gana en un día”, reconoce Daniel Ardón, quien tiene 28 años de edad y es originario de Santa Ana.

Otro paisano es Luis Pleitez, de 26 años, él es oriundo de la ciudad de los Talcigüines, Texistepeque, siempre en Santa Ana. En El Salvador se dedicaba a la albañilería y antes de eso trabajaba en una comercial, pero el dinero no alcanzaba para mantener a su familia y eso lo hizo migrar de manera legal y segura.

Dice que si Dios lo permite y la compañía también, planea viajar ocho años más para ahorrar, mejorar la situación económica familiar, y poner un comedor en Texistepeque que le permita sostenerse.
Luis Pleitez es originario de Texistepeque, Santa Ana./Iliana Cornejo
Luis Pleitez es originario de Texistepeque, Santa Ana./Iliana Cornejo

No solo es campo

Sino están en el campo revisando los cultivos, están en el rancho, ahí donde revisan la raíz de Ginseng que han cultivado, a través de maquinarias las lavan, y luego durante tres semanas la deshidratan para revisarla y luego empacarla; esto es el último proceso de la temporada, previo a regresar a casa.

Todo ese proceso también lo ha aprendido Daniel Arias, de 27 años, un oriundo de la ciudad del barro, Ilobasco, en Cabañas, quien aunque no tenía mayores conocimientos agrícolas, ahora se desempeña en el cultivo de este producto cotizado para medicamentos y tés.

“Por lo general nos levantamos a las 6:00 de la mañana, entramos a las 7:00 y salimos a las 6:30 de la tarde. Llegamos en 40 minutos al rancho, preparamos nuestros alimentos y a descansar para el próximo día”.
Daniel Arias,
Salvadoreño con visa H-2A en Wausau, Wisconsin.

Victor Linares, originario de Ciudad Arce, La Libertad./Iliana Cornejo
Victor Linares, originario de Ciudad Arce, La Libertad./Iliana Cornejo

Al lado del rancho donde laboran están las casas donde habitan, una es para el grupo de mexicanos, distinguible por una imagen de la virgen de Guadalupe afuera, y a un lado, la casa de los salvadoreños.

Tres dicen que son los encargados de “palmear” las pupusas, y siempre que uno de ellos viaja de vacaciones a El Salvador, trae un cargamento de provisiones: unas 15 libras de loroco, otras 15 de queso, frijoles, para mantenerse.

Se dividen por grupos para cocinar, limpiar y mantener en orden la casa donde conviven durante seis meses. Una vez a la semana, la empresa les presta un vehiculo para que viajen al centro de la ciudad de Wausau, en Wisconsin, y se abastescan.
Daniel Ardón, oriundo de Santa Ana./Iliana Cornejo
Daniel Ardón, oriundo de Santa Ana./Iliana Cornejo

“Somos una familia aquí, compartimos costumbres diferentes, pero es bien chivo. Es bonito porque nosotros tenemos contacto con las compañeros mexicanos”, dice Victor Linares, un residente de Ciudad Arce, La Libertad.

Al momento de este reporteo, el grupo de los 11 salvadoreños estaban en su último día de trabajo, el siguiente lo dedicarían a la limpieza de la casa, otro para hacer las últimas compras antes de regresar y el tercer día para viajar a su país natal.

Con ellos vienen cargados de proyectos por realizar, como el caso de Víctor, quien a su regreso trabajará en su vehículo como transporte privado en Ciudad Arce o de David, quien planea seguir pagando el terreno para su casa.
David Arias, es originario de Ilobasco, Cabañas. /Iliana Cornejo
David Arias, es originario de Ilobasco, Cabañas. /Iliana Cornejo

“Si hay espacio para traer más salvadoreños, los podríamos traer”


Vicent Ramos es el jefe de recursos humanos de Baumann Farms, y dice que la compañía establecida en 1978 está satisfecha de haber incluido la mano de obra salvadoreño desde hace tres años.

Están conscientes que en El Salvador no hay cosecha de Ginseng, pero no es un impedimento, tampoco el no hablar inglés y si pudieran incluir más salvadoreños, dicen que están dispuestos a hacerlo.

“Como compañía estamos muy satisfechos del trabajo de los salvadoreños están realizando. Nosotros estamos muy satisfechos sobre el programa de trabajo que se está realizando con las visas de trabajo temporal, los trabajadores que nosotros obtenemos son trabajadores que generan mucha confianza en su trabajo, que son exitosos en su trabajo y los trabajadores que han sido muy buenos para nuestra compañía, los volvemos a invitar para que sigan trabajando con nosotros”,
Vincent Ramos,
Jefe de recursos humanos de Baumann Farms.

En el rancho se encargan de separar la raíz de ginseng que ya ha sido lavada, para ponerla a deshidratar. /Iliana Cornejo
En el rancho se encargan de separar la raíz de ginseng que ya ha sido lavada, para ponerla a deshidratar. /Iliana Cornejo

Entre los requisitos que la compañía pide es tener algún conocimiento agrícola, que tengan disponibilidad y deseo de trabajo, en general, dice que confían en el proceso de selección que hace El Salvador para enviar empleados a Estados Unidos. El resto es costumbre.

A cambio, Baumann Farms se compromete a pagar un seguro médico a sus empleados, y respetar las prestaciones laborales que el gobierno de Estados Unidos les exige sean similares a los trabajadores locales.

“Nosotros les ofrecemos el lugar a donde vivir, el transporte, diferentes comodidades de la manera en que ellos viven, también les damos compensación y dentro de esta compensación se incluye un seguro médico que les cubre, una de las partes de mi trabajo es que si uno de los trabajadores que está con nosotros resulta lesionado, nos hacemos cargo de llevarlo al doctor y que reciba la asistencia, es parte de nuestras responsabilidades”, añade Ramos.

Durante el año fiscal 2024, la embajada de Estados Unidos en El Salvador emitió 494 visas de tipo H-2A para trabajos agrícolas, un leve incremento en comparación del año anterior, cuando se emitieron 393 visas.

Este tipo de visado es una opción de viaje de trabajo temporal a Estados Unidos de forma regular, que evita que los salvadoreños sean víctimas de los traficantes de personas, quienes cobran exhorbitantes cantidades de dinero por cruzarlos de forma irregular hacia Estados Unidos.