El hecho de que la autoridad electoral de Venezuela haya dado por ganador a Nicolás Maduro en la reciente elección presidencial, ¡sin publicar las actas correspondientes!, sugiere que algo anormal o irregular ha ocurrido.
Hay de inmediato un problema de legalidad y como consecuencia un grave problema de legitimidad, y ambos combinados podrían generar un escenario crítico de gobernabilidad.
No hay que ser muy suspicaz para identificar dónde está el escollo en estos resultados: las actas electorales en manos de la autoridad electoral deben coincidir con los resultados que dan por ganador a Maduro.
¿Por qué la autoridad electoral no zanja la cuestión y muestra lo que tiene? Esto es algo que quizá más adelante se sepa.
Al escuchar con atención lo que ha dicho Jeannie Lincoln, la jefa de misión del Centro Carter para la elección presidencial en Venezuela, resulta que el gobierno venezolano y el Consejo Nacional Electoral se han movido en el 'silencio administrativo'. Lo del hackeo no se lo dijeron a nadie y lo sacaron a la par de dar por ganador a Maduro, sin mostrar datos concretos que lo sustenten. Eso es lo que dice. Lo que ella afirma también es que se está frente a varias irregularidades.
Otros observadores electorales en público han apelado al diálogo entre las partes, pero en privado han afirmado que lo que dice la oposición venezolana es mentira y que Maduro será presidente y ya.
Así está la situación venezolana: enredada. Y con medias verdades circulando como moneda corriente
Lo otro que debe ser resaltado es que todos los involucrados en el proceso dicen que el sistema electoral de Venezuela tiene varios 'seguros' y entonces resulta extraño (¿sospechoso?) que se siga con el relato de Maduro ganador sin mostrar la totalidad de actas. Ahí está la cosa. Porque todo apunta a que la información que poseen los testigos electorales (que se las da el mismo dispositivo electoral) no coincide con los datos globales dados por el Consejo Nacional Electoral. ¿Qué pasó entonces? ¿O sea que no era inexpugnable ese sistema? ¿Por qué las autoridades venezolanas se han deslizado en este escándalo internacional? ¿Por mala cabeza o porque trucaron los resultados?
Hay comentaristas que se preguntan a quién creer. Habría que responder: a nadie, porque no es asunto de creer. Hay hechos concretos: a) ese sistema ha sido probado muchas veces y tirios y troyanos dicen que es confiable; b) ese sistema es auditable en todos los tramos; c) la oposición no ha ‘producido' esas actas que han divulgado: las produjo el sistema electoral. Sin duda que podría verificarse si eso mostrado está 'intacto' o ha sido trucado. Si es lo segundo, se arriesgan a la descalificación absoluta; d) el supuesto hackeo (desde Macedonia del Norte) y el ‘silencio administrativo’ de las autoridades electorales desembocaron en el gane de Maduro; e) todo esto debería poder ser explicado por la autoridad electoral, aunque hasta este momento no ha sucedido tal cosa.
No hay que olvidar que la oposición y el partido de Maduro, y quizás otros más, tienen copias de las actas. El sistema electoral las proporciona para cerrar la votación. Es decir, por ley es así.
Lo que hizo la oposición fue sistematizar lo que recibieron. Los de Maduro recibieron eso mismo y también lo han sistematizado, se supone.
Lo asombroso es que de la misma fuente de datos hay resultados diferentes. Y esto debe ser dilucidado.
La intervención en todo esto del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva y del presidente colombiano Gustavo Petro es sin duda clave y decisiva, sobre todo porque los arrebatos de Maduro y de otros dirigentes venezolanos están complicando el cuadro.
El comunicado reciente firmado por Lula, Petro y al que se ha sumado el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador va al grano: solicitan que se publiquen las actas electorales y que se permita la verificación internacional e independiente.
De facto, Lula y Petro se han impuesto como mediadores porque mantienen comunicación directa con Maduro y con la jefatura de la oposición de forma paralela, y además es el punto de convergencia de otras figuras internacionales (Biden, Boric, Sánchez...).
Que Lula esté situado en esa posición no es algo improvisado, se corresponde con el papel de Brasil en América Latina y también expresa la perspectiva política de Lula y de un sector del Partido de los Trabajadores de Brasil. Hay quienes quisieran a Lula con una lengua más afilada, pero entonces la interlocución con los factores internos de Venezuela no podría prosperar. No está fingiendo ni está mintiendo, intenta incidir junto con Petro, y rápido, antes de que todo se vaya al cuerno.