Para quienes lo conocieron, no voy a alborotar sus recuerdos hablando de la sala de cine que existió ‒bautizada así‒ en nuestra ciudad capital; tampoco de la cerveza mexicana ni de empleadas de “pasarela” dentro de la Asamblea Legislativa y quien sabe si en otra entidad parte de una “institucionalidad” secuestrada, desprestigiada y cagada. Hoy me quiero referir a El Salvador que durante los últimos años han querido mercadear como país seguro, floreciente y atractivo fruto del llamado “modelo Bukele”. No es poca la gente que se ha tragado el cuento y cree que acá todo es maravilloso, que su población vive feliz y que falta poco para ser parte primermundista; que es, en definitiva, la tierra de Jauja del siglo XXI con sus ríos de leche y miel.
Ciertamente, poco a poco, disminuye la cantidad de personas que aún se chupan el dedo; pero no está de más exhibir el rostro real del tan promocionado “ejemplo”. Para ello, echémosle una mirada al próximo presupuesto de ese supuesto país con el objeto de descubrir –con números en mano– las prioridades y los desprecios de quien ocupa inconstitucional y frescamente la silla presidencial.
Los mayores montos de la propuesta entregada por su ministro de Hacienda a la Asamblea Legislativa hace unos días, van para Obras Públicas y Defensa Nacional. Arriba de los 81 millones de dólares más que el año pasado, están destinados al primer rubro. Un maestro me contó que viendo al director de la escuela construir aulas sin necesidad, pues el número de alumnos no crecía a ese ritmo, le preguntó por qué lo hacía; la respuesta es muy ilustrativa: “entre más construyo, más hueveo”. Eso ocurrió hace varios años; en estos tiempos, por los vientos que soplan –entre Honduras y El Salvador, al menos– bien podría decirse: “entre más construyo, más lavo”.
Lo que recibirán los militares tampoco es poca cosa; en la práctica, estamos hablando de 53 millones por encima de lo presupuestado para el 2024. Pero eso ya lo había comenzado a cantar Bukele desde que, el 11 de junio del 2019, hizo que la tropa formada frente a él le jurara lealtad; ocurrió eso al final del discurso que pronunció cuando recibió el bastón de mando como comandante general de la Fuerza Armada. También le juraron defender la patria “de los enemigos externos e internos”.
Supongo que al hablar de “enemigos externos” se refería a organismos intergubernamentales, de derechos humanos y más. Pero, ¿cuáles son los “enemigos internos” si las maras ni las manos metieron cuando mandó detener masivamente a mucha de su membresía, sin importarle los eufemísticamente llamados “daños colaterales”; es decir, las otras miles y miles de personas que sin deber nada también capturó y mantiene encarceladas. Entonces, ¿a quiénes se refiere? Obvio: a la pobrería que sin empleo formal o informal pero con hambre, tarde o temprano saldrá a las calles en serio –con liderazgos verdaderos, surgidos desde dentro de sus entrañas– decidida a protestar contra las injusticias de un régimen que, además del “excepcional”, está sembrando las semillas de la “muerte lenta”. En tal escenario, llama la atención que le haya mochado recursos a una corporación policial cada vez menos civil. ¿Vamos rumbo a su total militarización?
Para mí, no hay donde perderse: las dos primeras son sus prioridades. Tampoco me queda duda sobre sus desprecios, entre los cuales ocupan la cima tanto Educación como Salud Pública y Asistencia Social. A la primera cartera le voló 31 millones de dólares; a la segunda casi 91. Y allá en lo más profundo de su desinterés, están los derechos humanos; los casi trece asignados en el 2024 a la institución surgida de los muy reales acuerdos de paz para defenderlos, se redujeron a poco menos de once. Mientras, le aumentó hasta superar los dieciséis al Instituto de Bienestar Animal. “Medicina amarga” al humano; “vitaminas” al animal. Quizás debería extrañarme la disminución de cerca de 54 para la Fiscalía General de la República, pero no; hoy, parece, las “investigaciones” gruesas van con dedicatoria y quizás por eso son más baratas.
La Presidencia de la República sí se recetó casi 28 más; claro, espiar “enemigos” y promoverse mediante una costosa y subliminal publicidad junto a “giras artísticas” como la más reciente ‒en jet privado con dos paradas en Estados Unidos, una en Argentina y quién sabe si otras más ‒ no sale barato. Todo eso lo pagamos, con nuestros impuestos, usted y yo. ¡Vaya “modelito”!
Posdata: Según el Diccionario de la lengua española, “cagada” es un “[c]osa o situación que resulta cuando se actúa sin cuidado o con torpeza”. Y “huevear” debe entenderse como “hurtar”, “tomar bienes ajenos”.