Sufriendo y jugando mal El Salvador clasificó a la Copa Oro y ascendió a la liga A de la CONCACAF. Mucho premio para la Selecta que en la actualidad se mueve en el fondo sin visos de mejorar de la mano del técnico David Dóniga. No obstante, no haber clasificado hubiese sido una vergüenza triste y mayúscula.
No se pueden lanzar gritos triunfalistas pues se jugó contra tres selecciones caribeñas de segundo o tercer nivel que en nada han mejorado, realmente quien ha desmejorado, y mucho, es la Selección de El Salvador, fiel reflejo de la pobreza del fútbol profesional de la liga nacional. A las islas, a las que no se les puede ver de menos porque casi estamos a su nivel, se les ganó por muy poco, sin gustar nada, más bien producto de la debilidad de dichas selecciones.
A pesar de todo sin merecerlo nuestra Selecta ya está clasificada para la Copa Oro a efectuarse a Estados Unidos en junio y julio del próximo año. Precisamente en junio se jugarán los duelos contra Anguila y Surinam, el 7 y 10 respectivamente, juegos que definirán si El Salvador avanza en la búsqueda de clasificar al Mundial 2026. En otros tiempos para la Selecta hubiese sido solo un trámite, pero en la actualidad el duelo contra Surinam suena a peligroso.
Hasta los duelos contra Anguila, a quien ya se le ha ganado 12 a 0, y contra Surinam, faltan seis meses, suficiente tiempo para preparar de mejor forma a la selección. Es cierto que en ese tiempo no se mejorará en nada nuestra liga profesional, pero a nivel de selección con orden y disciplina en algo se puede mejorar.
Lo primero que se tiene que mejorar es el criterio dirigencial, que por ahora con una pobre visión se convierte en obstáculo. Los dirigentes de la Federación y de la primera división deben brindar todo apoyo a la Azul y Blanco y tener claro que la Selecta es el reflejo del nivel nacional. Si en junio se avanza, tocará enfrentarse a países de la talla de Panamá, Honduras, Cuba, Curacao, Costa Rica, Jamaica, Trinidad y Tobago, Haití, Nicaragua, Guatemala y otros, que en la actualidad son superiores a nuestra selección. Es decir, clasificar al Mundial 2026 no será nada fácil, pero quizá sea la última oportunidad para no irnos al fondo sin retorno.
¿Qué tenemos ahora?, pues nada o casi nada. Hemos ascendido de liga y clasificado a la Copa Oro sin merecerlo y siendo menos malos que otros malos. En lo más importante que es el camino al Mundial 2026 ni siquiera tenemos la certeza de avanzar, pues tenemos a Surinam y Puerto Rico arriba y avanzan solo dos. Los doce equipos que avancen se dividirán en tres cuadrangulares y de ahí saldrán los clasificados. No llegar a esas cuadrangulares sería el acabose.
Tenemos seis meses para prepararnos afín de superar la prueba, lo demás vendrá por añadidura, me refiero a que si avanzamos en el grupo hacia una de las tres cuadrangulares, pues la Copa Oro será una especie de pretemporada para luego enfrentar la cuadrangular y soñar con un tercer mundial.
No solo debe cambiarse el chip dirigencial, también debe modificarse los criterios tácticos y estratégicos del cuerpo técnico. El director técnico es un líder responsable de seleccionar a los mejores jugadores en cada uno de los puestos y tener la capacidad de modificar sistemas o esquemas tácticos sobre la marcha, en pleno desarrollo de un juego, según la necesidad coyuntural.
El técnico tiene que tener claro que la selección es para los mejores, sin importar su edad o si juegan en equipos nacionales o fuera de El Salvador. El único requisito es que sea el mejor en su puesto y legalmente salvadoreño. Representar a El Salvador debe ser motivo de honor y orgullo y hay que hacer todo lo posible por reunir a los mejores.
La afición es fundamental y en materia de fútbol nos volvemos técnicos que opinamos y resolvemos con las emociones. Con el corazón. Opinamos con base a lo que vemos y a lo que sentimos porque somos resultadistas.
A veces opinamos sin saber, pero otras veces con causa noble y justificada, porque vemos falta de entrega, esquemas que no dan resultados, desidia e incapacidad técnica, lentitud y falta de capacidad y profesionalismo. Al final somos la afición y en materia de fútbol somos los que sin estar preparados sabemos más y porque sufrimos y disfrutamos por el equipo de todos. La Selecta.
En estos seis meses debe haber una minuciosa preparación que conlleva a estudiar minuciosamente al rival y analizar a conciencia nuestros defectos y virtudes con el afán de superarlos. No hay que descartar a ningún jugador, se debe hacer uso de la diplomacia para hacer que vuelvan aquellos que motivados por circunstancias dijeron no volver. Y si no regresan, pues nadie es indispensable.
Vamos Selecta. Sin merecerlo estamos en la liga A y la Copa Oro, pero lo trascendental es avanzar a las cuadrangulares clasificatorias al Mundial 2026. Junio de 2025 puede ser un gran mes para nuestro fútbol, si durante estos seis meses nos preparamos a conciencia, con visión y unidad. Seguir soñando es posible, pero hay que mejorar, y mucho. La afición merece respeto, esa que llora y ríe por la Selecta, esa que en el Estadio grita el Himno Nacional, esa que desgarra su voz gritando un gol nuestro, esa inconforme que se ilusiona y por amor a la Selecta se vuelve masoquista. Esa afición se merece lo mejor.
Jaime Ulises Marinero es periodista.