Siempre he sostenido, no me cansaré de hacerlo, que lo que otros dictadores de Centro y Sudamérica han hecho caminando –comenzando por Daniel Ortega– el salvadoreño lo está haciendo a la carrera. Por eso, desde hace algún rato le ha tocado besar el suelo. De sus últimos pijazos, la semana recién pasada me referí primero al desaparecimiento forzado y el fallecimiento de su “amigo” y asesor en “Seguridad Nacional” a manos de agentes estatales; segundo, al destape de la cloaca de corrupción salarial del “bukelato”; y, tercero, al ¿accidente? en el cual murieron los tres jefes policiacos más importantes en el marco del normalizado régimen de excepción junto al prisionero de cuidado, no cuidado, que transportaban desde Honduras. Como la tormenta de esa noche, a Bukele le está lloviendo tupido y parece que no se la va a acabar.
Ahora toca sumar un cuarto tropezón que, seguro, no será el último: descobijaron más de nueve millones de dólares “invertidos” recientemente por su familión –él incluido– para hacerse de varias propiedades que van desde extensos cafetales hasta centros comerciales, según información periodística no desmentida por el “clan” o el oficialismo que ‒como dice Silvio‒ “no es lo mismo pero es igual”. Es que en realidad, para enfrentar los noticiones reveladores de lo que ocurre en ambas estructuras cuya figura central es el “inconstitucional”, decir la verdad no conviene; mejor recurrir a las famosas “cortinas de humo”. La más reciente es la producida por alguna entidad gubernamental o por alguien de la fanaticada del“mesiánico”; para mí, esta es la más burda y absurda por ser obscenamente sacrílega. “La profecía oculta de monseñor Romero: el destino de Nayib Bukele y El Salvador”, la llamaron.
La voz del audio –para nada la del patrono de las víctimas y sus derechos humanos– comienza afirmando algo que asegura no podría describir “como otra cosa que una profecía”; “un mensaje divino”, “una revelación” que lo dejó “con el alma temblando”. Más adelante se oye otra pendejada: “Cuando otros duden y tituben”, en lugar de titubeen. Además de blasfemos y ridículos, los creadores de tal absurdo ofenden la memoria del santo desde lo más pedestre; es el caso de esa frase porque los mensajes del arzobispo, verbales y escritos, estaban muy bien articulados de fondo y forma. Fue un comunicador por excelencia.
Sacan imágenes suyas como figura central y de Bukele en una esquina; parece que incluyen escenas de la masacre consumada durante su funeral, junto a alguna otra más perpetrada en el atrio y las gradas de la catedral metropolitana por las fuerzas represivas de la dictadura pasada. También del cuerpo sangrante del pastor y mártir, tendido al pie del altar. Esa era entonces la violencia desesperada del señorío nacional al que ahora se ha aliado el “supremo” de la vigente dictadura y con el que quiere compartir sillas oligárquicas, siguiendo los pasos de Francisco Dueñas quien cambió la Constitución para reelegirse y despojó de sus tierras ejidales a nuestros pueblos; así, terminó siendo parte de las “catorce familias”... ¡dueñas de El Salvador!
El “mensaje” dura casi seis minutos y hasta una chusca “alabanza” le ensartaron los contemporáneos “poetas del alpiste” manipuladores de la religiosidad popular, dedicada a quien “guiado por la fe” tiene “la certeza de que su misión es divina”. Han lanzado esa porquería a pocos meses de cumplir 33 años del fin dela guerra; agréguele un tres más y tendrá el 333, la mitad del 666 que es el número de la bestia. En realidad, ese próximo aniversario –que debería ser motivo de legítima celebración– los anteriores gobernantes y el actual lo convirtieron en el número de quienes fueron y son medio bestias, pues para ser completas se requiere algo de inteligencia además de la perversidad torpe y grotesca.
Como todo lo que está haciendo el “bukelato” con sus extremidades inferiores, esto también se le revertirá. A las condiciones objetivas para impulsar la protesta social se sumarán las subjetivas entre las mayorías populares oprimidas, explotadas y golpeadas por la violación de sus derechos humanos. La defensa de estos adquirirá pues, tarde o temprano, una dimensión política; para eso hay que prepararse porque del otro lado lo están haciendo desde hace rato con tropa, fusiles, tanques, aviones y helicópteros. Por eso, tampoco me cansaré de parafrasear a Camilo Torres pues esa lucha será larga y dura; así que, aprendiendo del pasado, debemos comenzarla ya de forma inteligente y creativa. En resumen: se pasará de la indignación presente a la acción emergente.
Posdata: Y el arzobispo Escobar, ¿dejará de ser pusilánime para reclamar ‒fuerte e indignado‒ por esta agravio a nuestro santo y su pueblo?