Otro ejemplo de ‘momento de ruptura’ es el que arranca con la llegada de los soldados, los aventureros, los clérigos, las mujeres y la amplia gama de delincuentes que en un primer momento se enlistaron para venir a las nuevas tierras descubiertas.



Desde el avistamiento de ’las Indias’ (Cristóbal Colón en un primer momento creyó que había dado con la Indias Orientales), en octubre de 1492, como ya es sabido, la comprensión del mundo conocido cambió. Pero el lapso que podría comportar ese ‘momento de ruptura’ no se limita al descubrimiento, de hecho, es con la irrupción de las fuerzas militares y el sojuzgamiento de la población originaria que el ‘momento de ruptura’ cristalizó.

Aunque se ha delimitado el asunto como descubrimiento-conquista-colonización, lo cierto es que en los apuntes de Cristóbal Colón (sus diarios de viaje) ya se aprecia que la voluntad de dominación y de sometimiento de los seres humanos que encontraron era una nota destacada. Es decir, con el descubrimiento, la conquista de inmediato se abrió paso y varias áreas de colonización fueron establecidas. Lo que hoy es Cuba, Jamaica, ‘La Española’ (República Dominicana y Haití) y Puerto Rico y la zona del Darién (‘Castilla de Oro’) fueron los lugares de asentamiento hasta 1519.



Aunque todo cambió en 1519 cuando apareció en el panorama Hernán Cortés (quien llevaba en el Caribe desde 1504), con su arribo el 27 de febrero a la isla de Cozumel, situada frente a las costas de Yucatán. En 1517, una expedición encabezada por Hernández de Córdoba también había llegado y, en 1518, Juan de Grijalva hizo lo mismo.

¿Por qué entre 1492 y 1519 los españoles no se decidieron a penetrar a fondo a tierra firme? Ese es un asunto del que todavía la investigación histórica se ocupa. Lo cierto es que Hernán Cortés y la gente que lo acompañaba, sabían que había ‘algo’ en tierra firme, aunque la información no era muy precisa. Los dos náufragos españoles que habían quedado en tierras mayas (Jerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero) estaban en la mente de Cortés, quien al tocar playa requirió por ellos.

El virrey, Diego de Velázquez, que había quedado en Cuba, quizá no alcanzó a dimensionar la empresa que emprendió Cortés al decidirse a adentrarse en tierra firme. Y, para avanzar, Cortés y sus huestes no podían pensar en otra cosa en que someter o aniquilar a los ‘enemigos’ que fueron encontrando a su paso. Ahora ya se tiene un recuento pormenorizado de lo que sucedió en las tierras mayas y aztecas después de Cozumel hasta su llegada a Tenochtitlan. Y después.

Quienes ahora quieren ‘suavizar el instante’ del proyecto conquistador, hacen a un lado los hechos concretos y se contentan con despotricar contra quienes intentan ver las cosas desde el lado de los Vencidos.

El proyecto colonial español hubo de configurarse con cierta lentitud y estuvo plagado de contradicciones porque la situación de España y sus áreas de influencia, entre 1492 y 1516, se encontraba en un proceso de reconfiguración tras la expulsión de los árabes (después 800 años de presencia) y los judíos. Aunque en ambos casos hubo matices dadas ciertas licencias de ‘asimilación’. Además, Carlos V, jefe político del imperio español, asumió en 1516 contando con 16 años. Es decir, otros en la corte tomaban las decisiones, y al parecer lo de las tierras descubiertas por Cristóbal Colón no fue asimilado de inmediato como una gran oportunidad por los factores de poder. Todo era incierto. De ahí que las diversas y continuas expediciones que hubo en esos años iniciales fueron animadas por la ‘ambición privada’ dada la potencialidad de las riquezas posibles. El proyecto colonial vino después. De hecho, los españoles-criollos (que se asumieron como descendientes de los conquistadores) siempre estuvieron en disputa con los españoles-peninsulares (funcionarios representantes de la corona española).

El descubrimiento de América fue tal solo en el momento que los materiales precisos (oro, plata) comenzaron a fluir de manera abundante. Se calcula que, en los primeros cincuenta años, desde 1492, se extrajeron 50 toneladas de oro que fueron a parar a Europa. Si se considera que en 2022 una tonelada tenía un precio máximo de 60 millones de euros, puede calcularse lo que se extrajo en la fase inicial de la conquista española.

Después de 1492, y sobre todo a partir del aniquilamiento (por combates, por enfermedades, por sojuzgamiento económico) de la población indígena, el ‘momento de ruptura’ cambió las cosas para siempre en el Nuevo Mundo.